
Ilustraciones de Isabella Viracachá
Despedida
A Virginia.
Yo sabía que esa sería la última vez.
La última vez que iba a colgar
su remera al sol.
Virginia recordó cómo él prefería
que ella tendiera la ropa.
Así, controlando cada detalle.
Y lo dice con el gesto,
acariciando despacio el aire.
Antes de irse, antes de dejar la casa,
eligió despedirse extendiendo
una bandera de paz con mangas.
Y quién sino, quién sino ella
iba a develarme
que en esto de repartir volantes por el barrio
me estaba despidiendo
de las cuadras y de los kioscos,
me estaba despidiendo
de las fruterías en las esquinas
de la plaza sobre avenida Córdoba.
Y que, sin querer, hice de esos volantes mis banderas
dobladas y pegadas en puertas ajenas.
90 grados
Fui de caza. Maté un animal.
Te volviste a comunicar conmigo a través de esas dos [líneas.
Sin comas. Así, separadas por puntos.
Te pregunté qué animal fue.
Un ave.
Un ave y punto.
Pensé entonces en su vuelo interrumpido,
en esa línea
que dejó de trazarse sobre el cielo.
Las alas batiendo nubes
en un movimiento constante,
el aire entre las plumas.
El vaivén del arriba y el abajo que
de repente
se pliega.
Como esto.
Igual al punto que usás
cuando me hablás de la muerte.
Te pregunté qué hiciste con ella,
no sé por qué.
Quizá porque quería saber
cómo te sentiste
al verla de cerca.
Si la miraste desangrarse en el pasto
o si te animaste a sentir
su cuerpo tibio todavía.
La comí, dijiste
y te vi capaz.
Te vi capaz de todo el ritual:
el desplume, el troceado.
Vi el fuego arder para recibir la presa.
Pequeños instantes,
toda una sucesión de puntos.
No sé qué decirte fueron las palabras
con las que dejamos de hablar.
La muerte de las cosas es así, ¿no?
El vuelo de un ave,
una línea trazada por puntos
que se quiebra para ser ángulo:
noventa grados en caída libre.
Eso es.
Y tocar el suelo
con la sangre apagándose despacio,
en el silencio de eso
que no sabría decirte
aún hoy.

Incendio
Hay algo de lo que quiero hablar
hace ya tres semanas:
el incendio en medio de la montaña.
Tenía miedo, tengo miedo
de lo que nunca puedo llegar
a decir del todo.
Y es que el fuego
siempre me hizo pensar en el hogar,
una calidez que construye.
Pero ahí el fuego
era otra cosa.
El humo en realidad, el recuerdo del humo,
un gris helado apagándose entre los árboles
subiendo hasta las nubes para perderse.
Un hogar que se consume,
que se transforma caliente entre cenizas
y el miedo
que llega desde allá
trepando al pecho de a bocanadas.
Un incendio tiene el olor a lo que fue,
olor a pérdida.
Como cuando me senté a descubrir
el aliento del río
que se desprendía
después de hacerse cascada.
El agua tiene el olor de lo que arrastra.
La retuve entre los dedos,
era el pasto, el cielo, las piedras, los peces, el viento,
[las hojas, las algas.
Un instante duró,
lo que tarda algo en irse.
Nada.
Ahí
en ese rato que se queda
es donde quiero vivir siempre:
el momento antes de volverme otra cosa,
el minuto antes de la pérdida,
el instante antes del miedo.
Vuelo
Estábamos hablando del significado de los sueños.
Se me cayeron los dientes
una semana antes
de que mi hermana muriera.
El agua mansa del río se llevaba despacio
las plantas acuáticas.
Todo lo veíamos irse lento
en ese silencio que siguió
al pronunciar la palabra “muerte”.
Y también sueño que vuelo,
aprendí una vez que tuve que salir
de un pozo.
Le pregunté qué pasaba en ese pozo.
No recuerdo, dijo,
pero desde que aprendí
puedo salvar personas.
Le pedí que nos abrazáramos
frente a ese río
que parecía arrastrar las penas.
Y me abrazó,
primero apretándome el cuerpo,
después soltándolo despacio.
Tenés olor a mar en la piel,
tenés olor a playa.
Y hundió la cara en mi cuello,
en la curva de la ola que me arma.
Acababa de encontrar el agua
de la que estoy hecha.
Había alguien en mí
que él hubiese querido salvar.
ACERCA DEL AUTOR

Licenciada en letras de la Universidad del Salvador (USAL) en Buenos Aires. Desde 2018 colabora con El Espectador. Es autora de Todo el tiempo nuevo (2016) y Por ser del Sur (2019), dos libros de diarios y crónicas acerca de sus viajes por Latinoamérica. Escribe pequeños retablos sobre la vida vegetal para El Malpensante.